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martes, 8 de noviembre de 2011

Soplete casero de h2



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Si en el taller se necesita emplear hidrogeno a menudo, lo mejor es comprar una botella de gas comprimido o se puede alquilar una botella durante un año y adquirir el regulador además de pagar el gas.

Pero generalmente el uso de hidrogeno no es muy frecuente y ese gasto resulta excesivo. Por ello doy algunas indicaciones de como obtener hidrogeno de manera barata y en cantidades suficientes como para realizar algunos interesantes experimentos.

Todo el mundo sabe que atacando un metal con un ácido se desprende hidrogeno. Bueno esto es cierto en parte ya que el ácido nítrico se reduce con el propio hidrogeno y produce abundantes óxidos de nitrógeno. Pero el sulfúrico y el clorhídrico se bastante buenos para producir hidrogeno atacando metales. Lo mejor es cinc por que la reacción es bastante rápida y limpia. El aluminio también da buenos resultados. Sin embargo a mi me gusta una reacción mas particular que es la que propongo: hacer reaccionar el aluminio con soda cáustica.

La razón de esto es que ambos componentes son muy baratos. El aluminio puede obtenerse como desecho de latas, virutas de torno o incluso comprase en laminas o barras en las tiendas de bricolaje. La sosa cáustica exactamente igual de fácil de conseguir. Ambos son sólidos, no son venenosos y tienen un buen rendimiento en hidrogeno.

OJO la soda cáustica no es venenosa pero es muy corrosiva. Al disolverse en agua produce calor y puede salpicar. Empléense gafas y guantes de goma para manipularla.

La reacción es la siguiente:

Al + NaOH + H2O -----> AlO2Na + 3/2 H2

La reacción es bastante rápida y exotérmica, si se calcula bien la cantidad de agua los residuos son totalmente sólidos. En teoría la reacción es completa con 35 gramos de aluminio, 40 de sosa y 18 de agua. Por cada gramo de aluminio se obtienen aproximadamente 10 litros de hidrogeno.

El aluminio se coloca en el fondo del frasco y por el embudo se añade una disolución lo mas concentrada posible de hidróxido sódico (soda cáustica) tener cuidado al disolver la soda en agua ya que la disolución se calienta bastante y es corrosiva para la piel y la ropa. La disolución de soda entra hasta el fondo del frasco haciendo un lazo que actúa de sifón. Antes de poner el generador en marcha se mantiene a baja altura para que el liquido no entre en contacto con el aluminio. Cuando se sube a unos 30 cm el liquido pasa al frasco del reactor y reacciona con el aluminio. Si la reacción es excesivamente violenta la presión en el interior aumenta mucho y la propia presión devuelve al embudo la solución de soda.

El único problema es que el hidrogeno formado arrastra sosa cáustica y humedad. Esto también ocurre en la reacción ácido-metal, por ello es conveniente hacer pasar el hidrogeno por un frasco de lavado o de desecación. Se puede observar que después de la reacción queda un residuo grisáceo. El aluminato sódico es blanco pero el aluminio puede contener algo de silicio o cobre que queda sin reaccionar oscureciendo el aluminato.



El aparato se puede construir empleando frascos de vidrio con tapa hermética. Se pueden aprovechar los de mermelada o comprarlos nuevos ya que son muy baratos: perforar las tapas de cristal con el dremel y unas brocas de diamante. Los tubos exteriores conviene que sean flexibles de unos 4 o 5 mm de luz. Los tubos que atraviesan el vidrio pueden ser de latón ya que no les ataca la sosa, tambien pueden ser de vidrio o plástico, aunque lo mejor es que sean de acero inoxidable. La llave de paso puede ser de las empleadas en jardinería en riego gota a gota.

Antes de emplear el hidrogeno es conveniente que evacue el interior del aire que hay en los frascos. Dejando pasar gas durante un rato.

Para lavar el gas se hace pasar el hidrogeno por otro frasco que contiene agua donde burbujea. Si se quiere desecar conviene hacerlo pasa por un frasco que contenga cloruro de calcio en escamas. Conviene que se coloquen unas capas de algodón para impedir que el gas arrastre polvo de cloruro de calcio.

Con el hidrogeno obtenido se puede fabricar un pequeño soplete simplemente haciéndolo pasar por un tubo muy fino y prendiéndole fuego. Como tubo puede emplearse el de una aguja hipodérmica al que se le suprime la punta afilada con una lima o con el dremel. La llama de hidrogeno es muy poco luminosa pero muy calorífica.

Si se desea almacenar el hidrogeno obtenido puede hacerse en una vasija invertida llena de agua, pero es inútil tratar de llenar un globo de goma ya que la presión necesaria para inflarlo es muy superior a la presión del hidrógeno generado. Si se pueden llenar los globos de policarbonato que requieren mucha menos presión de inflado y que son los que se suelen emplear como reclamos publicitarios.
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¡tomar las precauciones correspondientes¡



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